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sábado, 22 de enero de 2011

Entrevista a Angel Gómez Hernández en Pasadizo


Reproducimos aquí la extensísima entrevista que la página web ha dedicado al realizador de Sed de luz:

Ángel Gómez Hernández es un joven director de cortometrajes que acaba de ver publicada su última obra, Sed de luz, como extra del dvd La noche del demonio, por parte de 39 Escalones. Aprovechamos la ocasión para conversar con él sobre su obra.

Pasadizo: Eres hijo de Ángel Gómez Rivero, un experto en cine fantástico. ¿Cómo te han influido estas raíces de cara a tu desarrollo como cineasta?

Ángel Gómez Hernández: No cabe duda de que la influencia de mi padre ha sido vital a la hora de encaminar mi vida por estos derroteros. Era casi imposible que siendo hijo de una persona tan entusiasta del cine, especialmente fantástico y de terror, yo no terminara vinculado de una manera u otra al séptimo arte.

En mis primeros trabajos audiovisuales, cuando apenas tenía doce años, mi padre hizo algo por lo que siempre le estaré agradecido. Propuso a algunos conocidos suyos, relacionados con materias audiovisuales, la posibilidad de apoyarme a la hora de sacar adelante mis primeros cortos. Sin lugar a duda esto supuso un impulso vital en mi trayectoria, ya que me vi con doce años, como digo, ayudado por auténticos profesionales del medio, tales como Javier Núñez, Pedro Díaz o Juan Emilio Ríos.

Otro aspecto muy importante en relación a la influencia que mi padre ha tenido en mí y en mi desarrollo como cineasta es la forma en la que mi padre veía y analizaba mis primeros cortometrajes.

Mientras todos, o casi todos, se limitaban a felicitarme por mi trabajo por la sencilla razón de no herir a un niño de doce años, mi padre solía ir más allá, y siempre me decía lo que no estaba bien. In situ llegaba a enrabietarme algunas veces, pero con el tiempo vi que gracias a esas críticas, siempre constructivas, iba superándome poco a poco, y luchando por ir más allá con nuevos retos, a pesar de sólo tener catorce o quince años.

P: De pequeño has mamado cine fantástico en tu casa, con todos esos cachivaches que tiene tu padre en su despacho. Además, has visto llegar de visita a una leyenda como Paul Naschy. Supongo que eso también ayudaría...

AGH: Desde luego. Siempre recordaré la primera vez que Paul Naschy visitó mi casa. Yo tenía en torno a los once años y a mí me hacía muchísima ilusión; conocer en persona a aquel tipo peludo y violento que protagonizaba aquellas películas que mi padre tanto veía.

Recuerdo que él llegaba a mi casa en torno al mediodía, y yo no podía estar allí para recibirlo, ya que tenía un partido de fútbol con mi equipo. Tras terminar, varios de mis amigos me acompañaron a casa, curiosos por ver en persona al hombre lobo. Recuerdo que todos nos plantamos en la puerta del salón y lo vimos callado, sentado en el sofá, disfrutando junto a mi padre de un partido de la selección española. Como para olvidarlo...

Aunque he de decir que no sólo tuve el privilegio de recibir en mi casa a Paul Naschy, ya que por aquella época, con motivo de diversos homenajes llevados a cabo por mi padre, nos visitaron personas ilustres tales como Chicho Ibáñez Serrador o José Luis López Vázquez, entre otros. Para mí aquello era algo espectacular.

P: Tu padre se ha centrado en especial en la escritura, pero tú te has volcado a rodar cortos. ¿Por qué ese cambio?

AGH: Siempre ha sido lo que más me ha llamado la atención. De pequeño me pasaba horas y horas viendo making ofs de distintas películas, cosa que me apasionaba. Mi padre, a pesar de ser igual o más fanático que yo en ese aspecto, sí es cierto que se centra principalmente en la escritura, tanto de ensayos cinematográficos como novelas. Al igual que mi padre no podría vivir sin escribir, yo no podría hacerlo sin gritar «¡Acción!». Eso va dentro de cada uno, como unas semillitas que nacen y van floreciendo, hasta el punto de tener un jardín entero que debes regar constantemente para saciar ese gusanillo.

Yo agradezco muchísimo esa labor literaria de mi padre, ya que nos complementamos a la perfección, dado que el 90 % de mis cortometrajes, si no más, están basados en diversos relatos o novelas de él.

P: Tu primer corto como director y guionista fue en 2003, con La cuenta atrás. Echando la mirada atrás, ¿qué recuerdas de entonces, y qué diferencias hay con el Ángel de ahora?

AGH: Realmente ese sería mi primer cortometraje con cierta intención, ya que fue ahí donde entraron en juego esas personas, amigos de mi padre, que citaba anteriormente, para aportar al proyecto una calidad final mayor que la de mis anteriores trabajos.

Como digo, anteriormente ya había rodado algunos cortometrajes, que no dejaban de ser juegos o experimentos audiovisuales para saciar las ansias de un niño con unas fuertes intenciones de contar y transmitir una historia.

De esos cortos recuerdo mi lógica inexperiencia y falta de conocimientos pero, por otro lado, al verlos hoy en día, en algunos aspectos me sorprende la capacidad resolutiva que tenían varios de esos cortos, sin apoyo de ningún medio digital, únicamente analógico. Por lo que, como digo, tenía mucha inexperiencia, que se suplía con creces por unas ansias imparables de crear y contar cosas.


P: Tienes escrito el guión de dos largometrajes, Fotograma perdido y Lágrimas de papel. ¿Qué nos puedes contar sobre ellos?

AGH: Nunca se sabe cuándo saldrá la oportunidad de rodar un largometraje, por lo que vi aconsejable tener siempre a mano estos dos guiones, ambos basados en novelas de mi padre, como posibles herramientas de base para sacar adelante un proyecto de largometraje. Además, prácticamente escribí ambos durante el periodo de distribución por festivales de mi cortometraje Lágrimas de papel, periodo en el que no me encontraba realizando ningún cortometraje, por lo que vi procedente aprovechar ese tiempo de descanso en llevar a cabo la difícil tarea de crear un guión de largometraje.

P: Dentro del campo del corto has pasado desde la actividad claramente amateur hasta unos estadios más profesionales. ¿Qué cortos resaltarías dentro de diversas etapas dentro de tu formación?

AGH: Yo siempre he dicho que mi cine, hasta día de hoy, tiene tres etapas (sin considerar entre ellas aquellos cortometrajes que realizaba cuando era un niño, como comentaba antes).

Mi primera etapa, con cortometrajes tales como La cuenta atrás, Paranoias o El monstruo, fue una etapa muy importante para mí, porque, como comentaba con anterioridad, entraban en juego una serie de personas que fueron vitales para sacar adelante estos cortometrajes, y empezar a entender de forma directa cómo funcionaba la producción de un cortometraje, al menos concebido de una forma seria y estamental.

De esta etapa me quedaría con Paranoias, con el que conseguí mi primer premio en un festival nacional por un corto de ficción, cuando tenía quince años. Anteriormente, con trece años, conseguí un premio nacional, pero fue un documental.

Mi segunda etapa está protagonizada por cortometrajes tales como El perdón, Vuelven o Última Necat.

Siempre la he definido como mi etapa protesta, ya que todos estos cortometrajes tenían un trasfondo de crítica, implícita o explícita, a temas como la contaminación, la violencia de género o la drogadicción.

De esta etapa me quedaría con El perdón, ya que pude cosechar varios premios, y fue mi primer trabajo con Paul Naschy como protagonista del mismo.

Y por último, la tercera etapa, protagonizada por mis cortometrajes Lágrimas de papel y Sed de luz. En esta etapa alcanzamos un nivel mayor de profesionalidad, en la que pudimos contar con un mayor y considerable despliegue de medios, apoyados por presupuestos superiores y un equipo de más de cincuenta profesionales trabajando en la consecución del proyecto.

De esta etapa me costaría seleccionar uno de los dos cortometrajes, ya que ambos han sido importantes para mí. Sin duda, mis dos cortometrajes más queridos, por encima de todos los demás.

Aparte de estas tres etapas, encontramos algunos cortometrajes sueltos, que serían difíciles de encasillar, tales como No robarás a indefensas abuelitas, y su secuela No robarás a familias numerosas, ambas, piezas cómicas de una duración inferior a tres minutos. Y por otro lado, La bodega, un experimento audiovisual ambientado en la Edad Media, con un estilo deliberado muy teatral en cuanto a formas y contenido.

P: Tienes una burrada de premios. En especial por El perdón y Lágrimas de papel, en su versión en corto. ¿Cuál premio de todos te parece el más valioso, y por qué?

AGH: Tengo la suerte de contar con varios premios por mis distintos cortometrajes, pero si tuviera que elegir uno, sería el obtenido por El perdón en la Semana Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Estepona.

Es un festival al que siempre había asistido de niño. Allí vi a grandes ilustres como Álex de la Iglesia, Álex Angulo, Ray Harryhausen y Dario Argento entre otros, por lo que, cuando mi cortometraje resultó ganador, fue un momento muy importante para mí.


P: Da la impresión, pese al magnífico nivel de los cortos que he citado, que con Sed de luz entras en un nuevo estadio, de un rango más ambicioso...

AGH: Sin lugar a duda, Sed de luz es el proyecto más ambicioso y profesional al que me he enfrentado. Un total de noventa personas han puesto su granito de arena para que este proyecto salga adelante, por lo que les estaré eternamente agradecido.

Producciones Diodati contó con la colaboración de AV2Media como coproductora del cortometraje, encabezada por Sinuhé Muñoz, lo cual dotó al proyecto de una mayor profesionalidad, permitiendo contar con un excelente equipo técnico, así como unos magníficos platós, apoyados por un enorme chroma, donde se desarrolló el 80 % del rodaje.

P: Este proyecto estaba destinado a ser protagonizado por Paul Naschy, pero se fue posponiendo por su enfermedad, hasta que sucedió lo que era de temer...

AGH: La pérdida de Paul fue un duro palo emocional para mí, para mi familia y para el resto del equipo del cortometraje. Todos se habían ilusionado con la posibilidad de rodar junto al gran Naschy. Personalmente fue un momento muy difícil de asimilar, ya que Paul era un gran amigo, que siempre me apoyó y confió en mí y en mi manera de hacer cine, hasta tal punto de llegar a ponerse en manos de un niño de dieciséis años, en el rodaje de mi cortometraje El perdón.

Paul era una persona que respiraba cine veinticuatro horas al día, y con solo hablar cinco minutos con él aprendías muchísimo, ya que era un entusiasta del séptimo arte. Tanto en el rodaje de Lágrimas de papel como en el de El perdón siempre aportaba pequeñas pinceladas al personaje dotándolo de mayor realismo y profundidad. Era un auténtico profesional y sabía perfectamente lo que hacía. Siempre que quería opinar sobre algo me apartaba del equipo y, en privado, me exponía el asunto, y por detalles como ése siempre le estaré agradecido.

P: El guión está escrito entre tú y tu padre. ¿Hasta qué punto es obra de uno u otro?

AGH: La idea inicial nació de mi imaginación, pero como una idea base, era simplemente una línea argumental única, la cual había que aderezar y enriquecer con subtramas y demás elementos que complementaran el guión inicial. Es ahí cuando entró en juego mi padre, aportando una serie de matices y tramas que acompañan al hilo principal, dotándolo de mayor profundidad y proporcionándole un mejor acabado.

P: Luego, tu padre también es el productor, tu novia la jefa de producción, tu madre se encargó de parte de los decorados... ¿Cómo es dirigir a gente tan cercana a ti? ¿Te hacen caso?

AGH: Felicito que me hagas esta pregunta, ya que una vez más puedo reflejar el infinito agradecimiento que les tengo y les tendré de por vida, al confiar en mí y en mis incansables locuras a la hora de llevar a cabo proyectos de tanta ilusión y tan difíciles a la vez.

Tengo que dar gracias de poder contar siempre con ellos, rodaje tras rodaje, siendo un auténtico placer tener un equipo técnico plagado de familiares y grandísimos amigos con los que es un placer trabajar durante meses.

En cuanto a la dificultad de trabajar con ellos, te diría que en absoluto, más bien todo lo contrario, es una gozada poder contar con ellos, y siempre están dispuestos a ayudar. El problema podría llegar del otro extremo, ya que en muchos casos, y no debiera ser así, durante los rodajes, como director, te ves sometido a demasiada presión y responsabilidad, a causa de los numerosos problemas que surgen, y normalmente quien más sufre esos problemas es la familia, que está ahí ayudando.

En definitiva, siendo realistas, sin la aportación de las personas que has mencionado en la pregunta ninguno de estos proyectos de los que estamos hablando habría visto la luz, y eso es algo por lo que siempre estaré en deuda con ellos.


P: Cuando te encontraste ante el triste suceso de la muerte de Paul Naschy, ¿te llegaste a plantear suspender el rodaje? ¿Y cómo llegaste a un actor como Peter Van Randen para hacer el papel principal?

AGH: Tras la muerte de Naschy me planteé seriamente abandonar el proyecto. No me veía con fuerzas de continuar después de más de cinco meses trabajando en el mismo conjuntamente con Paul, el cual desde el primer momento se entusiasmó con la idea original del cortometraje. Su marcha fue un duro golpe para todo el equipo. El proyecto se suspendió un par de semanas, con intención de que el asunto se enfriara y pudiéramos pensar detenidamente después de un tiempo prudencial qué hacer con él. Tras esas dos semanas, comprendí que Naschy habría deseado que el cortometraje viera la luz y se llevara hacia adelante, y es así como actué. Me puse en contacto con el equipo de producción informándoles de que el corto seguía adelante, con la motivación e ilusión de dedicar la pieza a la memoria de nuestro gran amigo fallecido.

La participación de Peter Van Randen fue casi de casualidad. Estuvimos barajando posibles actores que encarnaran a Vladimir, el personaje principal, y para ser sincero, ninguna de las opciones nos convencía.

Fue entonces cuando pasaba la tarde en casa y me dispuse a ver por Internet un cortometraje producido en Málaga, con tal fortuna de que en pantalla apareció Peter, quien a pesar de no tener diálogos en dicho corto me transmitió una fuerza y una presencia bestial, llenando la pantalla con su mirada y su planta. Me puse en contacto con él, y una vez le conocí en persona supe, sin necesidad de hacer pruebas, que ya teníamos a nuestro protagonista.

P: Hay una gran diferencia en aspecto físico y de estilo interpretativo entre Paul Naschy y Peter Van Randen. ¿Supuso eso algún cambio en la idea preconcebida del proyecto? ¿Hubo que variar mucho? Peter es un experto en lucha...

AGH: A decir verdad no se realizaron muchos cambios con respecto al planteamiento original. Vladimir, el personaje principal, es un hombre corpulento y fuerte, capaz de matar a cualquier persona con sus propias manos, a pesar de tener una edad.

En primer lugar contábamos con Paul Naschy, quien, como todo el mundo sabrá, fue cinco veces campeón nacional de halterofilia.

En ese aspecto, Peter Van Randen pudo suplir perfectamente ese rol, ya que en su juventud fue campeón de boxeo y full contact en su país natal, Holanda.

P: El que el corto sea prácticamente mudo, y sólo se pronuncie a lo largo de él un nombre propio, ¿fue intencionado? ¿Quizás con vistas a una exportación?

AGH: No fue tanto una idea con vistas a la exportación, ya que con los subtítulos se podía solucionar. Soy un amante de los diálogos bien contados y con fundamentos en el cine, pero a decir verdad, siempre me he sentido más cómodo realizando cortometrajes que apenas se sustentan en las conversaciones, sino más en el lenguaje corporal y las acciones llevadas a cabo por los personajes, a modo de información. Quién conozca mi trabajo podrá observar que la gran mayoría de mis cortometrajes, Última Necat, Vuelven, Lágrimas de papel o Sed de luz apenas tienen diálogos, principalmente porque siempre suelo retratar historias protagonizadas por personajes solitarios, apartados de la sociedad, sin apenas secundarios que confluyan a su alrededor.

Digamos que la idea de narrar historias con pocos diálogos se está convirtiendo en una seña de identidad propia, de la cual me siento muy orgulloso.

P: El corto se ha editado como extra de la película La noche del demonio de Jacques Tourneur, que publica 39 Escalones Films. ¿No es una forma esa de castrar su carrera posterior, por festivales u otros ámbitos?

AGH: A decir verdad, me he informado de dicha situación, y no afecta tanto como pueda parecer el hecho de ser incluido en un dvd, siempre que sea como extra. Hemos llevado a cabo un pequeño estudio del mercado de festivales, y apenas nos condiciona.

Aun así, si se diera el caso de que pudiera perjudicarnos, siéndole sincero, tampoco dejaría pasar la oportunidad de editar el cortometraje, ya que pienso que es una magnífica e inmejorable manera de promocionar nuestro trabajo, y cumplir el sueño y el deseo de cualquier cortometrajista: que tu obra sea visonada.


P: El aspecto visual del corto es muy atractivo, con guiños al cine de la Hammer y el de Mario Bava...

AGH: Soy un amante de ese cine. El cine clásico de terror de todas las épocas me apasiona, por lo que vi en Sed de luz una oportunidad inmejorable de poder homenajear a esas películas que tanto han marcado mi estilo y mi manera de ver el cine hoy en día. Creo que esos homenajes, ya sean en cuanto a realización, vestuarios o decorados, gustarán a los espectadores.

P: ¿Qué tiene Sed de luz del cine de antes y del de ahora?

AGH: Podríamos decir que Sed de luz tiene del cine de antes esa atmósfera de terror muy al estilo Hammer, en la que la luz, el decorado, los colores y el vestuarios se conjugan para conformar un estilo clásico y pictórico, del cual hoy en día apenas se hace uso.

El cine de ahora queda reflejado en cuanto al montaje del cortometraje. Una edición vertiginosa, alternando secuencias de pausa, con otras sumamente aceleradas, con el uso de la cámara en mano, para introducir más al espectador en la diégesis de nuestra historia.

P: Vas a trabajar de primer ayudante de dirección de un largometraje, Crotón el grande, de Luis Colombo. Supongo que esa sería una experiencia magnífica de cara a enfrentarte a una producción más larga a todo lo que has hecho hasta ahora...

AGH: Sí, de hecho llevamos dos meses trabajando conjuntamente con Luis en la producción de su nuevo largometraje. Como dices, es una magnífica experiencia en la que estoy aprendiendo muchísimo y pasando ratos inolvidables.

Es curioso, cuando únicamente has realizado cortometrajes piensas en un largometraje y parece que es un mundo totalmente distinto. En el momento en que te adentras en ese mundo, descubres que realmente es más de lo mismo, solo que con mayor preparación, mayor número de días y más personal.

El rodaje está llegando a su fin y esperemos que tenga buena aceptación, ya que es una obra realizada con mucho entusiasmo y mucho cariño por parte de Luis, una maravillosa persona que me acogió en el proyecto dándome la oportunidad de ser su ayudante de dirección, cosa que le agradezco especialmente.

P: ¿Y de ahí pasarías a dirigir tú mismo tu primer largo? ¿Tienes alguna idea para eso, aparte de los dos guiones referidos antes?

AGH: Llevamos varios meses trabajando con Luis Colombo y su productora la posibilidad de realizar un largometraje con ellos. Como es sabido, producir un largo es muy costoso y complicado, por lo que no tenemos especial prisa. Queremos que las cosas se hagan bien, e ir paso a paso, para poder llegar al objetivo de la mejor manera, para que todos estemos conformes y podamos sentirnos orgullosos del trabajo realizado.

Si bien es cierto que tengo esos dos guiones de largometrajes escritos, probablemente el proyecto de largometraje que llevemos adelante no será basado en ninguna de ambas obras, sino en otra nueva novela escrita por mi padre, Penumbra, la cual ha sido finalizada recientemente, y creo que puede ser un argumento más que atractivo para llevar a la gran pantalla.

Despacito y con buena letra se consiguen todos los objetivos que te propongas.

P: Coméntanos un poco los directores del género que más te gustan... Las películas que te han forjado como cineasta...

AGH: Soy un amante del cine de suspense, principalmente del cine de terror. Es ahí donde me siento más identificado, tanto realizando como visionando películas. Si tuviera que mencionarte a mis directores favoritos, sería una difícil tarea, pero probablemente el listado estaría compuesto por Murnau, Hitchcock, Kubrick, James Whale y Browning. Y del cine actual, Alejandro Amenábar y M. Night Shyamalan.

Si bien es cierto que admiro muchísimo a ciertos directores que se caracterizaron por no dirigir cine de terror como son Billy Wilder o Sergio Leone.

Y para terminar, las películas que más me han influido a la hora de plasmar mis ideas en pantalla son La naranja mecánica, Terciopelo azul, Hasta que llegó su hora, El crepúsculo de los dioses, Psicosis, Nosferatu, La novia de Frankenstein, El sexto sentido y la española Abre los ojos.

P: Antes he mencionado tu hipotética labor como director de largos. Poniendo los pies en el suelo, ¿cuáles son tus inmediatos objetivos que ya tienes claros?

AGH: La idea de realizar un largometraje está ahí, muy presente, pero si hablamos de un futuro más cercano, te hablaría de la elaboración de un nuevo proyecto en el que nos encontramos inmersos: La última víctima.

Se trata de un cortometraje basado nuevamente en un relato original de mi padre, el cual, si todo va como esperamos, estaremos en la próxima Semana Santa rodando en la localidad gaditana de Castellar.

Es un proyecto muy ambicioso, ya que será rodado con Red One, la cámara de alta definición más profesional del mercado, con la que se están rodando numerosos largometrajes en los últimos años. En cuanto a otros aspectos, puedo adelantar que tendremos la participación de un magnífico equipo de especialistas pertenecientes a los estudios de cine de la Ciudad de la Luz para realizar una serie de secuencias del cortometraje que requieren de sus servicios, tales como caídas de segundas plantas, explosiones...

La historia transcurre en un apartado y frío pueblo de montaña, donde nuestro personaje protagonista despierta tras permanecer varias horas inconsciente y herido en el salón de su casa, el cual se encuentra totalmente destrozado. Sin recordar qué ha ocurrido allí, deberá emprender la búsqueda de su esposa, aparentemente desaparecida, en un pueblo que ha dejado de ser el mismo.


Para ver la entrevista original, podéis copiar y pegar este enlace: http://www.pasadizo.com/index.php/archivo-de-articulos/1628-entrevista-con-angel-gomez-hernandez